.......EL DEPORTE EN ROMA......

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Durante la época imperial, Roma fue la ciudad más poblada y espléndida del mundo. En Roma tenía lugar una animada vida social y comercial. Su prosperidad económica y el hecho de ser la capital política se conjugaron para que su planta urbana se llenara de bellas estatuas imponentes edificios, y arcos y columnas conmemorativas de los triunfos militares.

miércoles, 28 de abril de 2010

6. IMÁGENES DE GLADIADORES

Gladiador luchando contra un tigre



Gladiadores y fieras salvajes

Licencia concedidad a un gladiador que ya terminó su servicio. Él se llamaba Moderatus y su dueño Lucceius. Lleva la fecha de 5 de octubre del año 88.

Lámpara de terracota representando a dos gladiadores

Relieve de mármol para celebrar el licenciamiento de dos mujeres gladiadoras, Amazona y Aquilia.

BIBLIOGRAFÍA


JENKINS, I. (1998): La vida cotidiana en Grecia y en Roma. Madrid, Akal.

(Fecha de consulta: 28/4/2010)

martes, 27 de abril de 2010

5. LOS ESPECTÁCULOS DE GLADIADORES


En este mosaico del siglo IV d.C. se ilustran diversos aspectos de la lucha de los gladiadores y se muestra con claridad la naturaleza sangrienta de estos eventos.

Los espectáculos de los gladiadores eran parte integral de la sociedad romana. Se llevaban a cabo en los anfiteatros, y el primero de los cuales que fue permanente se construyó en Roma en el año 29 a. de C. Los anfiteatros no se limitaron a la ciudad de Roma, sino que se construyeron por todo el imperio.

Los juegos de gladiadores se llevaban a cabo desde el amanecer hasta el anochecer. Sus principales atracciones eran los combates a muerte entre los luchadores entrenados. La mayoría de los gladiadores eran esclavos o criminales condenados, aunque algunos hombres libres seducidos por la esperanza de obtener popularidad y el patronazgo de ricos partidarios participaban voluntariamente. Ellos recibían entrenamiento para el combate en escuelas especiales de gladiadores.

Los juegos de gladiadores incluían igualmente otra forma de diversión. Criminales de todas las edades y de uno u otro sexo eran lanzados a la arena sin armas a enfrentar una muerte inevitable por parte de animales salvajes capaces de hacerlos pedazos.

Pero las luchas de gladiadores también sirvieron para un propósito que iba más allá del entrenamiento. Los juegos servían para distraer a las masas desocupadas de cualquier descontento político.


BIBLIOGRAFÍA

SPIELVOGEL, J. (2003): Civilizaciones de Occidente. México, Thomson.

(Fecha de consulta: 27/4/2010)

4. LOS DEPORTES DEL IMPERIO ROMANO



Roma, cuyos antecedentes etruscos no podía negar, ya que de aquellos recibió la afición por algunos deportes, especialmente la lucha, recibió de los juegos griegos influencias que intento llevar a la capital del Imperio, donde instituyeron los juegos Augustanos y los de Ceres, si bien a los romanos las costumbres deportivas griegas no les gustaron, por considerarlos escasamente emocionantes hasta denigrante que los hombres corriesen, saltasen o lanzasen en el estadio y, además, desnudos.

Los romanos gustaban de modalidades impactantes, en las que la fuerza y la habilidad, unidos con la emoción que producía la tragedia física de los participantes, ofrecía momentos dramáticos. Por ejemplo los combates de gladiadores, quienes antes de comenzarlos, saludaban con la frase: "Ave Cesar, morituri te salutant" predicción de la suerte que les esperaba; fueron los preferidos y algunos de los gladiadores, llegaron a convertirse en ídolos de los ciudadanos.

Los deportes atractivos para los ciudadanos romanos y que luego exportaron a todas las colonias del imperio, fueron las carreras de caballos y de carros y los combates entre hombres, pasando de los puños a las armas y hacerse cada vez más crueles, hasta llegar a la brutalidad extrema de acabar con la vida del contrincante.

BIBLIOGRAFÍA


ALCOBA, A. (2001): Enciclopedia del Deporte. Madrid, Librerías Deportivas Esteban Sanz, S.L


(Fecha de consulta: 27/4/2010)

sábado, 3 de abril de 2010

2.5 Juegos, competiciones y espectáculos

Los espectáculos se crearon originariamente para conmemorar las festividades de los dioses y de ello nos ha dejado constancia escrita Suetonio, proporcionando datos sobre los distintos nombres que los juegos iban recibiendo de acuerdo con la divinidad en cuyo honor se celebrasen. Sin embargo, en época republicana los espectáculos constituyen ya el principal medio para ganarse el favor del pueblo, y es también Suetonio, el que nos muestra como los espectáculos son una forma extraordinaria de propaganda política; además por ellos el emperador tratará de probar el origen troyano de Roma y de la familia imperial. Con los juegos se defiende y se exalta el prestigio imperial, se propaga su propaganda, disposiciones y propuestas. También actúan como sustitutos de reuniones populares para aclamar o calumniar a personajes ilustres, pudiendo el pueblo formular sus súplicas o quejas, gozando de cierta libertad para dar rienda suelta a sus burlas, que podían ir dirigidas incluso contra el propio emperador o hacia otros personajes públicos y notorios.
Los espectáculos más importantes fueron:
  • Los ludes escénicos
  • Los juegos circenses
  • Los juegos gladiatorios
  • Los juegos atléticos
  • Los certamina
  • Las competiciones navales

Otros espectáculos ocasionales junto a conmemoraciones de origen antiguo y de carácter ritual como fueron las Lupercas, las consvalías, las Apolinares, las Robigalías, las Cerealías y las Floralías.

César será quien inicie los festejos deportivos que después serán seguidos por los otros emperadores, creando los juegos triunfales en el campo de Marte, reorganiza el juego de la troia, las luchas tesálicas contra el toro e induce a los jóvenes de la nobleza para que participen en estas competiciones internacionales, dado que a ellas acuden atletas de todas partes.


Augusto, será admirador de los festejos deportivos iniciados por César e hizo que esta clase de espectáculos se celebrasen y repitiesen con cierta frecuencia. Además de continuar las fiestas ya existentes, y reglamentar su periodicidad, instituyó unas fiestas Iso-Olímpicas, en conmemoración de su victoria en Actium. Estas fiestas se celebraban cada cuatro años en honor de Apolo. Su importancia fue tan grande que se unieron al ciclo de los cuatro juegos panhelénicos principales y además se observa como desde el principio de la época imperial la costumbre griega de datar los acontecimientos respecto a las olimpiadas se sustituye por las referencias a las actialias, que como las olimpiadas crean fiestas similares en otros lugares. Cuando Augusto asumió el poder, el calendario romano contenía sesenta y seis días de fiesta; a mediados del siglo IV había ciento setenta y seis; diez destinadas a competiciones atléticas, sesenta y cuatro al circo y ciento dos al teatro. Los espectáculos se multiplicaron como un arma en manos de los emperadores cuyo afán fue siempre superar a los que le precedieron; utilizando el carácter multitudinario de las fiestas para mostrarse al pueblo y ganárselo.

Ludens escénicos. Después de las carreras de carros y los combates de gladiadores el teatro era la diversión preferida por los romanos. Realmente el teatro no dejaba de ser un juego donde se mezclaban la música, la danza y la expresión de las situaciones mediante gestos y movimientos, de ahí el nombre de pantomimas y mimos. Los primeros actuaban con una máscara y los segundos a cara descubierta. Se tocaban todos los temas pero los preferidos del público fueron los eróticos o los de horror. Se ofrecían como parte de un festival e incluían representaciones teatrales; durante la república tuvieron gran difusión pero en el imperio declinan y ya no son el clásico drama pomposo y solemne, sino una pantomima donde la trama se entendía por el gesto y la danza y no por la palabra, formándose a partir de entonces la tradición del "caricato", en cuya compañía había también mujeres que contribuían sin recato a la obscenidad de los espectáculos y que estaban equiparadas oficialmente a las prostitutas.

Juegos circenses. Las carreras de carros eran sin duda la manifestación deportiva más popular en Roma; en todas las festividades se celebraba alguna carrera y durante el imperio fueron tan numerosas que abarcaban prácticamente la mitad del año. Su origen se remonta a la época de Rómulo aunque recibe influencias de los etruscos en sus primeros momentos y de los griegos posteriormente. Las carreras de carros más frecuentes eran las tiradas por dos caballos, llamadas bigas, y las de cuatro caballos conocidas con el nombre de cuádrigas, aunque había carreras de hasta diez caballos. En las carreras de cuádrigas los caballos se enganchaban uno al lado del otro, colocando al mejor de todos a la izquierda del tronco, y los dos del centro unidos por una yuga. Los carros usados eran pequeños, de dos ruedas y de poco peso; los que dirigían el carro eran los agitatores o aurigas e iban de pie con la cabeza y frente cubiertas por un gorro protector en forma de yermo, portaban fusta y cuchillo colocados en la cintura, que les permitía cortar las riendas y bridas en caso necesario. Con la mano izquierda sujetaban las riendas que terminaban atadas a la cintura y con la derecha llevaban el fuste o látigo. Cada carrera constaba de siete vueltas en torno a la pista elíptica, sucediéndose las mismas a lo largo de todo el día.


En época de Augusto se celebraban doce carreras al día y un siglo después con los Flavios se llegaron a celebrar hasta cien carreras diarias. Todos los aurigas estaban organizados en equipos que se distinguían por el color de su túnica y su bandera. En los primeros momentos sólo hubo dos equipos, los rojos y blancos, pero Augusto añadió el de los azules y posteriormente Calígula el de los verdes.


La pasión que despertaban las carreras se incrementaba aún más con la costumbre de las apuestas, donde se movían enormes cantidades de dinero. Sin lugar a dudas los aurigas eran los deportistas más populares y los que conseguían mayores ganancias y prestigio, así que incluso era normal que se levantaran estatuas públicas donde se señalaban las victorias conseguidas. En los primeros tiempos los ciudadanos pudientes formaban parte activa en las carreras, con sus tiros y sus esclavos que hacían de aurigas; el éxito de las carreras les proporcionaba grandes honores y así durante el imperio crece el interés de las clases altas por actuar de auriga, con lo cual los jóvenes aristócratas lo harán. Los caballos procedían de provincias y también de Italia (Sicilia, Hispania, Mauritania o Calabria). El espectáculo se desarrollaba a lo largo de todo el día sin que por ello decreciera el interés del espectador, ligado siempre a las banderías y equipos rivales, así como a las apuestas que constantemente se jugaban en el transcurso de la carrera. Las multitudes se encaminaban hacia el circo al igual que hoy día van a los campos de fútbol, luciendo pañuelos de su equipo favorito; los propios emperadores tomaban partido abierto por alguno de los bandos; así Vitelio y Caracalla por los azules y Calígula y Nerón por los verdes.

Juegos gladiatorios. Aunque parece ser que el origen de estos juegos fue etrusco, los romanos los adoptaron muy pronto. La palabra munera, que significa ofrenda, debía su nombre porque se celebraban con motivo de los funerales, distinguiéndose de las carreras de carros y de los juegos escénicos que sirvieron siempre para amenizar las fiestas; se piensa que se trataba de aplacar a los muertos mediante la ofrenda de la sangre inocente de los combatientes. Se realizaban en el anfiteatro y en ellos hay que distinguir la lucha entre gladiadores o "munera", y la lucha de gladiadores contra fieras o "venatores".


En las luchas gladiatorias se combatía por parejas o en formaciones enteras, con diversas armas, siendo el resultado siempre sangriento. A veces también se llevaban a cabo exhibiciones de fieras o luchas entre ellas. Pronto perdieron su carácter religioso y a partir del siglo II a.C. desaparece ese vínculo y se secularizan pasando a ser un espectáculo sin más connotaciones que las de divertir al público. Augusto para dar mayor continuidad a los juegos gladiatorios estableció que los pretores de Roma debían pagar de su bolsillo dos munera anuales de ciento parejas de gladiadores. A estos que eran los ordinarios había que añadir los extraordinarios organizados por el emperador. Durante la época de Augusto se construyó el primer anfiteatro de piedra aunque el graderío siguió siendo de madera. En el 64 d.C. fue destruido por un incendio, hecho que aprovechó Vespasiano para construir el Coliseo.


Los juegos gladiatorios estuvieron siempre sometidos a una reglamentación estricta, regulándose desde el número de espectáculos que se podían dar al año hasta el número de parejas que podían combatir en cada uno de ellos.


El emperador entraba cuando el anfiteatro ya estaba lleno. A continuación desfilaban los gladiadores dando una vuelta a la arena y saludando al emperador; a continuación se sorteaban las parejas y se revisaban las armas. A partir del siglo I se fue imponiendo hasta generalizarse en la época Flavia, la fórmula del "manus legitimum", por la que el espectáculo se dividía en tres partes diferentes: las venationes por la mañana, unas luchas menores alternando con ejecuciones capitales al mediodía y los combates de gladiadores por la tarde. Poco a poco el esplendor de los combates y la lucha sangrienta fue creciendo, llegando a desplegar un lujo fantástico para el que se cuenta con una gran cantidad de recursos humanos, animalísticos y materiales. Llegó un momento en que ni la emoción del combate, ni la sangre, ni el esplendor del aparato escénico bastaba para excitar a la plebe y por ello se buscaban métodos inusitados como los ocurridos con Nerón donde en un sólo día combatieron moros de ambos sexos y de la misma edad; otros ejemplos fueron los espectáculos realizados con mujeres incluso de la alta sociedad, o que los animales presentados resultasen ser cada vez más exóticos. Los gladiadores eran criminales condenados, prisioneros de guerra, esclavos y hombres libres reclutados como voluntarios. En los bestiarios su procedencia era la misma e incluso podían ser gentes alquiladas. La pena que conduce a la condena gladiatoria solía ser el homicidio, pero se condenaba también por otros motivos menos graves, como por ejemplo cuando había escasez de gladiadores. La condena no implicaba necesariamente la pena de muerte, ya que el vencido podía ser indultado por la multitud a la señal del pulgar alzado y así el condenado se redimía y obtenía al cabo de tres años el "espadía", símbolo de haber quedado exento de su deber de gladiador; transcurrido cinco años recibía el sombrero, símbolo de la emancipación completa; más esto dejaba de ocurrir por mandato imperial cuando escaseaban los condenados o eran necesarios los esclavos para trabajos pesados.

Los gladiadores eran formados en escuelas y en las más serias y rigorosas de Roma se ingresaba tras haber jurado una serie de principios que eran "hacerse azotar, quemar, apuñalar", "morir con sonriente indiferencia en las luchas si no vencían"; se seguía un entrenamiento sistemático dirigido por instructores: El oficio de gladiador ejercía cierta atracción en un sector de la población ya que los más expertos conseguían grandes ganancias y fama e incluso llegaban a convertirse en héroes populares.


Entre los bestiarios destacar las luchas que se dieron en la inauguración del Coliseo de Roma por Tito, donde se dieron luchas entre animales como por ejemplo tigres contra osos o leones, leopardos contra lobos, y luchas de hombres contra animales como la del hombre contra el toro.
Las venationes o lucha con animales se llevaban a cabo al principio en el circo, en el foro o en cualquier lugar apropiado para ello, pero cuando se construyó el Coliseo, esta nueva instalación se especializó en ofrecer estos espectáculos. Los bestiarios era el oficio de quienes luchaban con bestias salvajes. Los habían de oficio llamados venatores que recibían un salario e iban armados de escudo, espada o flechas, y los bestiarii que eran esclavos, bandidos, prisioneros o gentes de baja condición que iban desarmados. Entre los primeros existían los sagitarii que eran los que utilizaban las flechas para matar a las fieras y los taurarii que bien a pie o a caballo se enfrentaban a los toros usando un trapo rojo. Estas luchas desaparecieron en tiempos de Constantino en el siglo IV de nuestra era.

Juegos atléticos. Los juegos atléticos griegos fueron introducidos tarde (186 a.C.) por M. Fulvio Novilior y tardaron un tiempo en adaptarse en Roma. Augusto fue el que hizo que esta clase de espectáculos se celebrasen con cierta frecuencia y se repitiesen de forma regular. En Roma acordó el Senado, después de la batalla de Accio, celebrar cada cuatro años una fiesta periódica en honor de la victoria. A fuerza de repetirse los juegos atléticos se hicieron más conocidos y populares pero nunca llegaron a tener el auge de los otros juegos analizados. Se celebrarán también con Calígula (39 d.C.), con Claudio (44 d.C.) y llegan a su punto máximo con Nerón, quien organiza en Roma la primera "fiesta sagrada", siguiendo integramente los cánones griegos (60 d.C.) y que fueron llamadas "las Neroneas"; contaban con tres clases de torneos: carreras de carros, atletismo, canto, música, poesía y elocuencia.


Para la mayoría de los romanos los juegos fueron siempre un espectáculo y su participación se ceñía a la de simples espectadores.

Naumaquias. Eran combates navales realizados sobre la arena del anfiteatro inundado o en determinados lugares que por su situación presentaban condiciones favorables para el espectáculo acuático. Como los juegos circenses y luchas gladiatorias, revistieron cada vez mayor esplendor, siendo también más admirados por el público. La primera naumaquia que se conoce fue construida por Augusto en el actual barrio Trastévere, al lado del Tiber. En el año 2 a.C. hizo representar la batalla naval de Salamina, entre persas y atenienses; barcas, armas, y más de 3.000 soldados participaron en este simulacro de batalla. En el 57-58 d.C. fue convertida en lago la palestra del anfiteatro construido por Nerón en el campo de Marte, donde tras exhibir una serie de peces y grandes bestias marinas se reprodujo una batalla entre atenienses y persas. Sin lugar a dudas la naumaquia más grandiosa conocida fue la celebrada en el lago Fucino durante el reinado de Claudio, con motivo de las obras del canal que se estaba construyendo desde el lago hasta el río Liris (año 52 d.C.), con idea de drenarlo y aprovechar sus tierras con fines agrícolas. En este espectáculo participaron más de 20.000 hombres combatiendo sobre trirremes sicilianas y otras doce rodias. En general, para la organización de estos espectáculos se aprovecharon los lagos próximos, especialmente los lagos Albanos que se encuentran a 40 kms de Roma y que además fue zona residencial donde diversos emperadores construyeron sus palacios de verano. Otros espectáculos ocasionales ofrecieron los emperadores con objeto de divertir y sorprender al pueblo; por ejemplo las exhibiciones de animales exóticos, como los organizados por Tito en la inauguración del Coliseo.

BIBLIOGRAFÍA

http://www.museodeljuego.org/

http://www.museodeljuego.org/_xmedia/contenidos/0000000056/docu1.pdf

(Fecha de consulta: 29/3/2010)